El toro ese sembrao por este mapa

Juró no volver a acercarse a ese tipo concreto de injusticias
basando su juramento en la resolución de su dilema mental titulado
“¿por ké coño tendría yo ke contagiarme de sus virus,
siendo yo tan puritana? (aunke ciertamente,
cierto es ke me sobra alguna ke otra letra,
- por akello de pura, no creas -
porca puttana!)”.

Lograba vengarse unas siete horas al día pasándoselos a todos por el forro,
desconectando el cableado ke hilaba su pulso
al monitor ke representaba gráficamente la redundancia de su encefalograma,
obviando la pesadilla y procurándose una siesta
después de haberse llenado el hígado de sangre de toro
esnifarse tres gramitos de somníferos
(a los ke le gustaba llamar de cariño “taxis al infierno”)
relamerse los labios como si fuesen ajenos
y dejar el stereo sonando un mp3 variado y eternamente etéreo
ke le hacía recordar Verona, Venecia, Turín
y todo el resto del norte de Italia.

No creo ke un psicólogo logre desintoxicar su alma
sabrá ella su sabor, sabrá ke se corta a lo largo
sabrá más ke el resto sin nos valora tanto
los enfermos somos brutos, imprevisibles y desconsiderados
pero kiérenos.



Ké kieres ke te diga, no se lo cuentes a nadie
esto no tienen porké saberlo todos
esto no nos incumbe ni a nosotros dos
pero mientras haya luz, te asombraré:
ella lograba recordar dándole al Rec de su memoria
asíke nada, ya está todo dicho
Osborne o “el toro ese sembrao por este mapa”.


A kien lo graba.