Tiene ke parecer so taken from...

21 de mayo de 2013

Imaginary Ayahuasca Trip

Libre como el viento (Muchachito Bombo Infierno)
































Se te concentra la mirada a un punto fijo,  lo de alrededor se distorsiona.

La miras fijamente a los ojos y por su boca van saliendo sílabas que se pueden tocar, salen los leones de la ayahuasca.
El humo se bebe en hologramas de cristal, la jaqueca se pierde terrible entre la maleza y la alucinación, ya verás, está a punto de comenzar.

Ahora todos somos hippies y nos quitamos la ropa porque molesta y somos de agua. En la época del amor libre todo es posible y somos la revolución my love, no se te olvide, we're the dreamers!. Mueves los brazos en alto, saludando a los animales y a los antepasados. Quieres agarrarlos.
Tomas un jugo de frutas, te intentas sentar pero el suelo está demasiado abajo y te da pereza.
Hablas sin parar a la vez que se te expanden y contraen la mente y las ideas, los dientes y la lengua; confías en la inteligencia del cuerpo y retratas tus sensaciones bajo tierra.

Coges una piedra y la miras como si fuese lo más fascinante que has visto en tu vida, te frotas las piernas con ella, y te haces sangre, porque no controlas tus fuerzas y esa sangre eres tú por dentro, pero no te mareas.

Oyes los instrumentos de viento y te pones a dar vueltas, girando sobre tu eje hasta perder el control e hipnotizar Bolivia entera.

Es una búsqueda interior, no la temes. Meditas la paz y la guerra através de párpados azules y rojo intenso. Se va haciendo de noche y tu estómago es ligero. El humo sigue subiendo, mostrándose en formas etéreas, te mezclas con ellas. Deliras conocerlas y te creo y me tientas.

De repente me dices que me quieres y yo te repito un "yotambiéntekiero, cariño", mientras pongo mi cara entre tu pecho y tus hombros. Estamos sublevados, rompiendo con todo lo establecido para asomarnos al gran ba-da-bum de la lisergia. Estamos en contacto el uno con el otro y lo divino, explorando los límites de la percepción y las caricias de lo eterno.

Antes de morir, vivir la vida un poquito. Experimentar el mantra tántrico de lo efímero, la epifanía sencilla de cada día una peli de aventuras, el oosquilleo hormiguil de tragar ácidas chucherías.

Espídicos colores de aura te rodean, variando de tonalidad a medida que te mueves, te alejas, te acercas.
Tu alma de hipster se acaramela con ella. Te tumbas boca arriba y cae la noche y sus estrellas. Te aferras a ellas. Les dices "no me sueltes, Galatea, si he de llorar Andrómedas, Melibeas...". Te repites una y otra vez una plegaria simple en silencio, sobre los techos y tu infancia.
De cuando jugabas en el cobertizo a la pelota y cambiabas cromos y aquel torneo de ajedrez, las miradas. Te vienen esas miradas y te levantas y te agachas.

Me dices "esto es igual que el parque de atracciones o un velero al abordaje, lo que pasa es que se mueve todo de sitio, pero no te preocupes, pequeña, sé cuál es el mío: ¡son todos ellos contigo hasta el infinito!". 
Cierras los ojos pensando en Dios, y al abrirlos, vuelves a esta vida de imágenes tan bonita. Sigues respirando tranquilidad y alegría. Profundizas. Estás muy lejos ya, pero aún no te has ido. Sigues rezándote magia y pulsaciones hacia la luna llena. Recuerdas aquel poema y de nuevo te pones de pie y empiezas a caminar hacia las rocas del rompeolas, gritas desde una de ellas para que se pierda en el mar tu loquísimo aullido, para quitarte de una vez por todas y para siempre cada máscara.

Te juras que esa tarde algo ha cambiado. Ya no eres esa persona que empezó este viaje.
A partir de ahora serás más amable porque has sentido entre tus tripas el instinto reptiliano, has sido un lagarto, una rana, un cocodrilo y también, pedacitos de estrella, con su pólvora y su brillo. Con todos sus anillos, Saturno, Júpiter, Mercurio... Has conectado con los planetas desde aquí, la selva. Todos te hemos visto.

Todo ha cambiado pero nada es distinto. Te has prometido en privado cosas que igual nunca me contarás.
Has heredado la leyenda desde las manos, las muñecas. Un gesto, un aliento, una precipitación de los hechos.
Cantos rodados aún giran en tu cabeza, los depositas en la mesa y dices "quédatelos, por favor, que a mí me pesan".

Nos intercambiamos las mochilas y compartimos el agua.
Nos echamos a reír y deshacemos las sábanas.
































Oraçao (A banda mais bonita da cidade)